Saturday, April 24, 2010

LA IRA (3era parte)

FUERZA DE CAMBIO

Del lado positivo, la energía de este sentimiento tan poderoso puede convertirse en una fuerza que produzca cambios. Podría reevaluar mis expectativas, y darme cuenta de que los niños no son perfectos y que de vez en cuando me van a dar un dolor de cabeza. También mi frustración me podría motivar a pasar más tiempo con ellos ayudándolos con sus tareas, tener una conversación con sus maestros, o dejar atrás mi deseo de que ellos obtengan la excelencia que yo nunca alcancé. Es decir, la emoción de la ira debe ser canalizada de un modo positivo, que llame la atención pero no dañe a nadie.
Cuando ignoramos el sentimiento de ira o lo negamos pensando que sentirla es ya un pecado, es cuando permitimos que la ira nos controle y se convierta en una fuerza negativa. Cuando no le prestamos atención, la ira se convierte en violencia o agresividad.

Violencia externa e interna
La violencia más obvia, la más fácil de identificar, es la externa o dirigida hacia afuera. Entre estos comportamientos encontramos la violencia física y verbal, los chismes, la indiferencia y el control a través del silencio.
La violencia interna, o dirigida hacia adentro, es la más difícil de reconocer. Cuando es “activa” puede causar todo tipo de adicciones: drogas, alcohol, comida, juego, trabajo, etc. Incluso en casos extremos, nos puede llevar hasta el suicidio. Cuando esta violencia interna es pasiva, sufrimos de depresión y nos enfermamos más a menudo.

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