La carta a los Efesios exhorta: “¡Enójense, pero sin pecar!” (Ef 4:26). ¿Cómo es posible enojarse sin pecar? ¿Cómo podemos encontrar expresiones de ira en la Biblia, incluso en la vida de Jesús, cuando es un pecado mortal?
Sentir no es consentir
Lo primero que tenemos que hacer es distinguir el sentimiento de enojo/ira del pecado de la ira. Nos enseñan la psicología y el Catecismo de la Iglesia Católica que sentir y consentir no es lo mismo, y que los sentimientos en sí mismos son amorales. “El término ‘pasiones’ designa los afectos y los sentimientos. Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira. En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Las emociones y sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios”. (Catecismo #s 1767-1774.)
En segundo lugar, analicemos qué causa la ira. El sentimiento de ira surge cuando lo que la persona espera, necesita o desea no es alcanzado. Por ejemplo: si yo espero que mis hijos se porten siempre bien, hagan la tarea sin protestar, y mantengan sus cuartos en orden, me voy a frustrar. La emoción de la ira es una reacción a mi frustración, porque las cosas no son como yo quisiera que fueran.
(Esperen la 3era parte)